
Anoche cayó una llovizna... No pude evitarlo, salí a danzar bajo de ella. La luna, el viento del Norte, tan caprichoso me llamaba, "ven mía... ven..." susurraba. & yo, como si estuviera bajo el efecto de una hipnosis simplemente atendía su llamado. Me paré, bajo la luna creciente. Sobre mi cuerpo caía el agua... Tan suavemente. El viento helado, pegaba la ropa húmeda a mi cuerpo. Se dibujaban en mi rostro, lágrimas de tinta. Poesía derramada por un ser que ya no está. Versos que gritan lo que me he callado. & se siguen desprendiendo de mis cansados ojos negros, de mis vacíos ojos negros... Sé que no me leerás, sé que no estarás ahí... Que sólo mirarás de lejos, como la tormenta se vacía sobre mí, como si el cielo hubiese escogido mi cabeza para derramar su tristeza. Quizá, porque soy la única persona que la ha sentido. Mi boca se abre para pedirte que te quedes, pero su sonido es nulo, sólo una respiración entrecortada que no parece tener forma alguna. Coloco mis brazos frente a mi pecho, como tratando de retener la calidez que tú me dejaste entre los brazos... pero arrecia la tormenta, arrecia el viento... me toma los brazos, dejando al descubierto mi pecho. El vestido negro que tengo puesto es lo único que me cubre la piel, los pies descalzos sienten el piso bajo ellos. Como si no bastara, la pequeña tormenta sobre mi cabeza deja caer granizo. & ese granizo desbarata mi vestido, lo rompe... rompiéndome también la piel. El delicado aroma de la sangre con la tinta que resbala de mis ojos cae al suelo. Mi cuerpo se debilita... caigo de rodillas bajo la tormenta. Mis rodillas lastimadas, con cicatrices de las veces que caí, se vuelven a marcar. Mi cabello es cortina húmeda que lava mi rostro. & parpadeo... tu mano, la veo... ¡espera! Parpadeo de nuevo... & se desvanece. Me incorporo con la fuerza que queda en mis tejidos, me levanto, te busco entre la tormenta... Esa figura lejana que se desplaza a algún lugar, lejos de mí. El viento no me deja caminar hacia a donde vas, no me deja seguirte más. Me deja con la fantasía de haberte tenido & perderte. Quiero seguirte, junto toda la fuerza que me queda, quiero avanzar... pero ante la frustración que me invade... grito. Grito tan fuerte, que las nubes se tragan sus truenos. Grito tu nombre, grito & grito sin parar... Como si gritar aliviara esta tormenta... pero ella sigue... sigue con su impetuosa presencia. Cuando mis pulmones ya no tienen aire, cuando mi ser se ha enmudecido... queda una llovizna nada más. El viento se calma, me habla... "ya pasó pequeña mía... ya pasó." Me viste con las hojas que cayeron durante la tormenta, hojas marchitas, hojas que se ofrendaron al Viento. La Luna me deposita un beso en la frente, como el amor de madre que siempre me ha hecho falta. La llovizna sólo me empapa tratando de devolverme la cordura, lavándome las heridas que dejó el granizo sin piedad. No... no tiemblo de frío, tiemblo de ira, de dolor. & aunque te vea cada vez más lejos, no, no puedo despertar de esta pesadilla. Cuando pasó la tormenta, mi alma se volvió a acomodar a mi cuerpo, ajustándose entre las costillas, guardando silencio... para que el cuerpo pudiera descansar.
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