No había nada en esa avenida más que ruido. El ruido producido por la rutina inquebrantable de todos los seres vivos de aquella ciudad. Disfrazados en sus atuendos laborales unos, otros en sus modas extravagantes. Era una ciudad agitada, como un corazón cuyo ritmo taquicárdico pareciera nunca cansarse.
En medio de la multitud agitada, ella iba caminando. Era una castaña de baja estatura, vestida con una simple blusa de mangas largas & escote en "u" de color beige pálido, casi blanco, unos jeans & botas café; sí, nada de modas extravagantes. Inmersa en sus pensamientos, ignorando el ruido, ella se detuvo. Aquellos pasos lentos, suaves, como si fuera una danza de las sombras sincronizada con un latir lento, susurrante, apenas audible. Sus ojos oscuros, como si fueran lucífagos, se fijaban en la fachada de una iglesia muy concurrida. Las campañas tañen la llegada del medio día & ella recordó que hace tan sólo 16 años; en brazos de su padre ella veía aquellos cortejos procesionales que le comunicaban la tristeza de una Virgen callada, esa era la imagen de la soledad después de la alegría. ¿Así es realmente la vida? ¿Llega la felicidad para luego vestirse de luto?
Después de tanta pregunta, ella resolvió seguir andando... algún día, ella habría de descubrirlo.
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