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Friday, April 10, 2015
Ojos de Cuervo.
Entre la parsimonia que ofrecía un viernes en la mañana, iba el sujeto en cuestión. Hoy no quería ir a trabajar... definitivamente que no. Tenía ganas de quedarse en casa, o salir por la noche, vestirse de hombre & actuar como lobo... Bajó del transmetro, en la estación de la Torre del Reformador. Debía caminar dos cuadras más & llegar a su trabajo. Caminó, pero el semáforo indicaba a los peatones con su ojo rojo que no debían cruzar. Distraído, él desvió la mirada, como buscando algo en la otra esquina de la avenida. Dos ojos negros, tan negros como las plumas de un cuervo se asomaban entre la multitud observándole, él sentía el peso de la mirada, siguió la fuente de ese peso, de cara en cara de la gente... hasta que chocó con ellos. Aquella mirada, del otro lado de la calle se fijaba en él, en pequeños detalles como el cuello de la camisa mal doblado, la chaqueta un poco torcida, la boca ligeramente entreabierta, las manos sueltas, el calzado de cuero... Ella detallaba al sujeto detenidamente, mientras él se abismaba en las pupilas de ella. Sentía ese abrazo oscuro, penetrante... hasta parecía que dentro de aquellos ojos no existiera ningún concepto de tiempo o espacio. Ella parpadeaba suavemente, mientras sostenía la mirada sobre los detalles en él. De pronto, él salió de la hipnosis inducida por aquellos ojos negros detrás de unas gafas al sentir el movimiento de la gente, caminando hacia la otra esquina; debía apresurarse a cruzar o perdería tiempo, ya habían llamado su atención por una llegada tarde, comenzó a caminar, viendo hacia adelante para no chocar o tropezarse, su corazón latía rápido por todas las tensiones, así como al expectativa de encontrarse con los ojos negros. Cuando llegó a la otra esquina, buscó entre la multitud esa mirada... pero ella ya se había ido.
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