Chloris era tan pálida que parecía tan fría como la luna. Su personalidad no era muy lejos de ser pálida como su rostro. Ella carecía de color. Estaba todo el día sentada frente a una ventana, vestida de blanco, sus manos siempre estaban frías & su mirada siempre ausente. - ¿A quién esperas? - Preguntaba Agnes, la enfermera, pero Chloris siempre estaba en silencio.
Agnes miraba la habitación con duda, había pasado tres años siempre peinando su cabello negro, bañándola, vistiéndola, era como tener una muñeca de carne & hueso. El ama de llaves había contratado a Agnes para cuidar a Chloris mientras sus padres viajaban, lo cual era casi todo el tiempo, sus padres estaban envueltos en la esfera política de un país al que servían con agrado como grandes & nobles diplomáticos, no querían que una criatura que nunca habían deseado les retrasara más tiempo en su agitado acenso. Agnes mientras tanto deseaba hacerle preguntas a Binka, el ama de llaves, pero el miedo & el respeto a su contrato nunca la dejaban.
Mientras la cabeza de Agnes se llenaba de ideas extrañas sabía que había llegado la hora de revisar la ficha clínica de Chloris para medicarla como siempre. El Dr. Münz era el psiquiatra encargado de atenderla. Tomó las fichas & encontró que habían más en una carpeta de color negro con el nombre Chloris, una fecha & un número de registro. En la primera ficha, había palabras en un vocabulario médico que ella podía entender, eso regresó a su memoria todo lo sucedido.
Agnes había recordado ese día... El Dr. Münz había ordenado preguntar a los padres lo sucedido la primera vez que se le atendió. Como siempre, Blanchette & Carl estaban tan ocupados que apenas dijeron lo sucedido al Dr. Münz, él molesto por el desinterés & la insensibilidad & por esto, tomó una desición que costaría caro, ¿pero qué eran unos miles más para Blanchette & Carl? Así que observó a Chloris por tres días seguidos.
Durante el primer día en la ficha tan sólo decía:
Catalepsia. Llevaba casi 48 horas de estar sosteniendo la misma posición frente a una ventana que tenía vista hacia la calle según reportó la
Frau Binka. Por fin, el doctor Münz tomó la desición de inyectarle un ansiolítico para probar si se trataba de esquizofrenia. Anotó en la ficha:
Observar en 8 horas el resultado.
Ocho horas después ella seguía sentada en el mismo lugar, probó hablar con ella
-¿Chloris?-
Nada... No decía nada. Lo intentó de nuevo.
- Chloris, vámos a la cocina.- Dijo el Dr. Münz
- No. - Repuso con un mutis.
- ¿Puedes moverte Chloris?
- ¿ Puedes moverte...? - Repitió.
El doctor Münz volvió a anotar otro par de palabras en la ficha:
mutismo, negativismo. Richard Münz no era un hombre que daba su brazo a torcer tan fácil. ASí que intentó hablar de nuevo.
- Hola. - Dijo Münz
- Hola - Repitió Chloris. Münz quería constatar que no era ecolalia así que intentó de nuevo.
- Las rosas son rojas... - Dijo Münz
- Las rosas son rojas... - Repitió Chloris sin voltear a verle.
Así que Richard Münz había probado su punto: era ecolalia. Anotó una tercer palabra en la ficha:
ecolalia. Siguió observándola durante dos horas más, esperando observar algo, escuchar algo, sentir algo; pero nada. Pronto, el experimentaba un tipo de somnolencia extraña, sus ojos se apagaban poco a poco, cerrándose lentamente, las imágenes a su alrededor se hacían borrosas, todo se hacía incomprensible... cuando escuchó algo; era Chloris:
- Sólo haz lo que quieras... Sin mi.
El doctor Richard Münz lo anotó en un cuaderno que tenía a la mano. Chloris tocaba la ventana con sus temblorosos, destruidos & pálidos dedos. Las marcas en los dedos de Chloris denotaban la ansiedad de la que era víctima, pero eso era algo que podía observar después así que Richard Münz divisó a un muchacho con una bufanda gris, hablando con Binka, el ama de llaves.
- Las olas... Se mueven a tu alrededor... - musitó Chloris.
El doctor seguía escuchando & anotando en aquella libreta de color rojo todo lo que salía lentamente de los labios de Chloris.
- Me ahogo en tu adiós... Frío. Siento frío en el Paraíso. - volvió a musitar Chloris
"Era como un rompecabezas retorcido" escribió Richard Münz en la libreta al pié de la página.
- & las olas de ven partir... - hizo una pausa - ¿Tienes calor? -
Chloris decía retazos de imaginación. ¿Quién puede tener calor en un frío día de Noviembre? ¿Quién puede sentirse con calor cuando los copos de nieve se asoman a las ventanas?
- & te arrepientes del día que me amaste. ¿Verdad?
"Sigue sin parar, como si estuviese viciada por la presencia del muchacho con bufanda gris parado frente al pórtico de la garita de entrada." ¿Quién era el muchacho? preguntaba Münz en su cabeza.
Binka entró a la residencia, el muchacho se volteó... Chloris lloró. Se halaba el cabello, se aruñaba en cuerpo con las pocas uñas que le quedaban, Münz trató de inyectarla pero ella se movía bruscamente, golpeó al doctor Münz con las piernas mientras él la sostenía, él le rodeó el cuello con el brazo & ella le incrustó los dientes, el dolor era tan fuerte que el doctor Münz se vió obligado a soltarla. Ella se golpeaba con la ventana hasta que se hizo sangrar la frente. Pronto la anémica muchacha se sentó de nuevo, el vestido que era blanco se tornaba rojo lentamente, Münz miró la manga de su camisa, estaba con tonos carmesí, ¿cuándo le había mordido? Él no había notado nada, sólo había sentido el dolor.
El doctor Münz se revisaba la herida que le habían hecho las fauces de Chloris, cuando sonó el cuerpo de Chloris cuando cayó al suelo. La mancha carmesí en el suelo revelaba que las heridas que ella se había hecho eran graves. Richard llamó a Agnes, de inmediato, Agnes estaba poniéndole compresas en las heridas, mientras Münz llamaba al hospital, pidiendo una ambulancia.
Llegaron los paramédicos, la llevaron al hospital. Agnes iba ahí en la ambulancia.
Münz por su parte, preguntó a Binka todo lo que tenía que saber.
- Frau Binka, ¿me permite un momento?
- Con gusto doctor Münz.
- Dígame, ¿qué sucedió con la pequeña Chloris?
- Es una historia familiar, me hicieron jurar que nunca diría nada.
- Es necesario, su secreto está a salvo conmigo.
- Júrelo por favor.
- Lo juro.
- Entonces le contaré. Chloris siempre fue una niña agradable, quizás no sonreía mucho en casa, pero siempre estaba ahí, siendo tan sencilla. Estudió en una escuela de arte, ahí tuvo a sus primeros amigos. Pero la soledad & el descuido de sus padres la arrastraron lejos de nuestra vista. Yo tan sólo soy un ama de llaves, no tenía ella la obligación de contarme nada. Hasta que un día descubrí que ella cortaba sus piernas, sus brazos & su estómago. Noté que la niña tenía anemia & estaba cada vez más delgada. Descubrí que vomitaba. Ella me contó todo lo que le había sucedido. A pesar de ser la hija de unos políticos de gran poder, fue ultrajada quién sabe cuantas veces por un hombre al que por alguna retorcida & extraña razón amaba. De pronto, empezó a dormir casi 18 horas al día. No despertaba, no iba a la escuela, se encerraba en su habitación & abrazaba una suave frazada, le daba la forma de un bebé; al que le hablaba & mimaba como si estuviese vivo.
- ¿Cuántos años tenía cuando pasó todo eso? - preguntó Münz.
- Tenía casi quince. - respondió Binka.
- Prosiga por favor.
- Entonces la muchacha canceló la matrícula en la escuela de arte & dijo a sus padres que aquello de ser artista era una locura, sus padres se alegraron & Chloris les prometió que pronto estudiaría en la escuela de Ciencias Políticas. Ella tenía ya casi cuatro años que sus padres le pagaban una serie de tutores para que la ayudasen a ingresar a la universidad, lejos de aquí.
-¿Se quedó siempre en casa? - Interrumpió Münz
- Ya verá. - Replicó Binka.
- Prosiga por favor - Pidió Münz.
- Ella nunca había experimentado un sentimiento profundo por nadie. Aquel cariño aberrado que experimentaba era tan sólo como una especie de Síndrome de Estocolmo. De pronto, ella estaba lista para salir de casa. La época universitaria se acercaba & tenía que salir. Así que cambió todo de último momento, se inscribió en la facultad de Ciencias Médicas. Pasó cierto tiempo para que ella encontrara a alguien & su jóven corazón experimentase un sentimiento diferente, algo más fuerte, más profundo. Allí, estudia el muchacho que viene a preguntarme siempre por ella. El nombre de ese joven es Ritter.
- El chico que provocó la crisis de hace rato... - Interrumpió Münz.
- No tiene la culpa ese joven... Él no sabe lo que le pasa a Chloris. - Respondió Binka.
- Prosiga... Quiero saber el vínculo de ese muchacho en todo este embrollo... - dijo Münz.
- Ritter le dió un lugar a dónde ir. Para Chloris su casa nunca fue un lugar formidable ¿sabe? La pobre Chloris siempre estuvo sola. Sus padres nunca quisieron cuidar de ella. Siempre la ignoraban, pero Ritter no. Ritter la llevaba a su casa, ahí fue cuando ella descubrió que la ausencia que dejaban sus padres era enorme. Los padres de Ritter la cuidaban bien, Ritter la cuidaba & la amaba.
- ¡¿Entonces por qué tanto barullo?! - Exclamó Münz.
- Es que, el muchacho pensó que ella lloraba demasiado si permanecía a su lado. Tuvieron un pleito hasta cierto punto algo fuerte, ella se sentía tan triste que tomó un medicamento que le sirve para controlar la migraña en exceso para buscar a la muerte. Naturalmente, él pensó que le hacía daño. Así que un día el dispuso que si ella seguía junto a él, ella moriría de seguro. Llegó a la residencia, & se despidió de ella. Ella lo siguió por toda la casa, él no soportaba escuchar sus gritos & ver sus lágrimas así que la encerró en la habitación, salió corriendo de la residencia, dejándola atrás, según él por su bien. Desde ese día, comenzó a encerrarse de nuevo. Sus profesores & compañeros la visitaban regularmente. Ella se enfermaba más seguido. Pronto, dejó de moverse. Se quedaba frente a la ventana, estática... Le llevábamos la comida, jugaba con ella & la dejaba ahí.
- Frau Binka... ¿Cuándo notó que ella necesitaba un psiquiatra?
- Cuando después de dos días seguidos su mirada era vacía... Estaba como perdida en el espacio. Hablaba incoherentemente.
- En realidad Frau Binka, parecen no tener sentido, pero son como muchas piezas de rompecabezas que hay que ordenar. - Aseveró Münz.
- Doctor Münz, ¿hay algo que podamos hacer para salvar a la joven Chloris?
- Sólo sé medicar. No soy psicólogo. - Se resignó el doctor Münz.
Richard Münz bajó la mirada, salió a buscar al médico que atendía sus heridas para que comenzara el tratamiento de antipsicóticos. Frau Binka sólo se quedó atónita. Ella sabía que eso ya era esperanza. Mientras tanto, el doctor Münz dijo a Binka que contratara a Agnes para que cuidara de ella & la medicara. El doctor Münz había perdido la batalla. A parte de tener un desorden maníaco-depresivo, tenía un trastorno de ansiedad severo. ¿Qué podía hacer? Chloris ya no veía la realidad. Estaba estancada en su cabeza, repitiendo una & otra vez una canción que escuchaba en el internet, lágrimas pequeñas & frías salían de sus ojos repentinamente, decía todo lo que Ritter jamás quizo decir... Pero esa era la triste escena en la cabeza de Chloris, cuando dormía
Binka llamó a Ritter. La enfermera Agnes pudo escuchar la conversación.
- Buena noche, ¿se encontrará el joven Ritter?
-
En seguida - decía la voz del otro lado de la línea.
- ¿Joven Ritter?
-
¿Frau Binka?
- Sí, soy yo.
-
¿Le pasa algo a Chloris?
- Está más pálida que nunca.
-
¿En dónde estás?
- En el hospital...
-
¿En cuál?
- Te daré la dirección. No te muestres en su habitación por favor.
-
No puedo ir. Tengo exámenes mañana.
- Mejor aún, sólo quería avisarle.
-
¿Qué pasó Frau Binka? ¿Qué le pasó a Chloris.
- Lo mismo que cuando te fuiste. Menos mal ahí estaba el doctor.
<< Seguramente Ritter se quedó callado... >> pensó Agnes. Binka comenzó a llorar. Después de la muerte de la abuela de Chloris, Binka era el único trozo de amor que le quedaba. Eso era lo que Binka solía contarle a Agnes desde que comenzó a trabajar con Chloris.
- No debí aparecer...
- Quizás.... - hizo una pausa tragándose el nudo en la garganta - debieres de volver... - dijo soltando el sollozo.
-
No puedo. - hizo una pausa -
sólo se destruirá.
- ¿A caso no entiende joven Ritter? ¡Ella le ama!
-
Sólo se destruirá si sigo a su lado.
- Ella ya está destruida & eso no podrá detenerse si usted no está...
Se cortó la llamada... Binka colgó el teléfono.
- Pensé que tomarías color mi niña Chloris... Pensé que podría verte con mejillas rosadas, vestidos de colores... ¡LO PENSÉ! - gritaba sollozando Frau Binka... Lloró a más no poder, Agnes la consoló hasta que se quedó dormida.
Agnes recordaba la escena con claridad, el hospital, sus paredes blancas, los asientos negros, las luces en el techo, el olor a medicamento... Cuando vió a Chloris, tocando la ventana fría, los dedos de Chloris estaban pegados a la ventana, las lágrimas empezaron a brotar amargamente de sus ojos, hace tres años que ella no hacía eso
- Sólo... Abrázame... - dijo Chloris sin expresión.
Agnes sentía curiosidad de ver lo que sucedía, a una distancia segura, observó la ventana. El joven Ritter caminaba de la mano de una muchacha, joven, bella... Chloris sólo se tocó el rostro & no hacía ninguna expresión... Se paró & comenzó a caminar, de pronto, empezó a temblar, se echó a correr & Agnes iba tras ella, Binka corrió tras Agnes & Chloris. Chloris se encerró en el baño comenzó a gritar de dolor, Agnes forzó la puerta después de diez minutos de intentar abrirlo & cuando observó, un secador de cabello calló dentro de una solución de agua & sangre que inundaba la tina de mármol grisáceo & vió cómo Chloris moría por las fuertes correntadas eléctricas que inundaban el cuerpo de esa jóven... Su cuerpo se agitaba conforme la electricidad paraba su corazón, sus ojos iban volviéndose blancos, salía sangre por sus oídos, los rasguños del cuerpo no eran nada comparado con esa atroz escena. Escuchaba a Binka gritar algo incomprensible para los oídos de Agnes, sólo estaba enfocada en la escena que podía ver en cámara lenta, De pronto John, el encargado de servicios técnicos de aquella residencia, bajó las palancas del voltaje. Todo se quedó oscuro.
Agnes se desmayó.
Binka sacó a la jovencita del agua, los paramédicos llegaron pronto... No había más que hacer. Sólo llamar a los ocupados padres de Chloris para hacerles llegar la triste noticia, una negra noticia... Ya no había Chloris en esta tierra, en ninguna otra... Mientras tanto, Binka lloraba, los paramédicos hacían un acta de defunción, el doctor Münz atendió & tomó en brazos a la joven Chloris cuyas manos soltaron una rosa marchita... La difunta Chloris cuyo cuerpo estaba más pálido que nunca, cómo la rosa marchita que cayó al suelo. Depositaron un cadaver húmedo en una bolsa azul con cierre. Etiquetaron la bolsa que decía:
Chloris Metternich. Hora de la muerte: 21:15 pm. Fecha de la muerte: 17/Abril/2011. Causa de la muerte: Electrocución.
El doctor Münz entró por última vez a la alcoba, vió por la ventana... El jóven doctor Ritter Wolff estaba mojándose por la lluvia repentina fuera de la casa de Chloris, el doctor Münz corrió a buscar a Ritter Wolff, él ya casi se marchaba cuando escuchó los pasos de Münz. Se volteó. Miró a Richard Münz, su maestro de psiquiatría, le saludó.
- Doctor Münz, buena noche.
- Buenas noches Ritter... - dijo Münz con un aire de misterio.
- Ya me tengo que retirar...
-Calla Ritter... Debo decirte, que esto que sucedió...
-Déjelo...
- No huyas Wolff.. Sabes que detesto a los cobardes.
- Pero... - lo interrumpió Münz
- Enfréntalo, si no te hubieses apartado, esto nunca hubiese pasado.
- Pero - lo volvió a interrumpir.
- Esas discusiones que los separaron, se superan... No pudiste manejarlo, ella tampoco... Yo... no podía. Ya era demasiado tarde. En ella se acumuló tu ausencia, el dolor, la soledad...
- ¿No era esquizofrenia como me dijo Frau Binka?
- No. Era tristeza. Dicen que murió electrocutada, yo sé que murió por un corazón roto.
Ritter sólo guardó silencio... Quizás eran lágrimas, Münz piensa que era la lluvia, el joven Ritter ahora tenía otro amor... Mientras que Chloris repetía la escena de las olas, una & otra vez hasta que el mar de sus lágrimas se la tragó. El doctor Münz se alejó de Ritter Wolff. Cada uno tomó vías diferentes. Binka seguía abrazando la bolsa azul con el cadaver de Chloris Metternich. Agnes siendo tratada por su shock nervioso, John llamándo a sus jefes que estaban en una convención en Austria & ¿Chloris? Quizás soñando con Ritter.
Toda la esfera política se solidarizaba con los Metternich. Los padres estaban serenos, "
un peso menos es mejor" decían en sus vacías cabezas.Chloris dormía con la rosa entre los dedos, un rosario que nunca usó para rezar, un crucifijo en el que nunca creyó le colgaba del cuello & el pesar de todos a su alrededor. Ritter Wolff hizo su vida, aún sabiendo de que Chloris fue inolvidable. El doctor Münz atendía más a los cuidados psiquipatricos, Agnes era la mano derecha del doctor Münz. & Binka ya se había resignado hace mucho tiempo, sabía que la pequeña Chloris se quedaría pálida por siempre.