"Tengo que estar más cerca del Sol." Eso me decía todas las mañanas frente al espejo. Me creía Mercurio cuando era Plutón (que según los científicos no es un planeta). & resulta que un día, no era ni Mercurio ni Plutón, era sólo el polvo de un Cometa que los humanos decidieron llamar Madame Parfait. ¡Sí! Porque era resplandeciente, nunca se sale de su órbita, no choca con ningún astro ni con estrella alguna. ¡Ah! Sí, todas las demás partículas como yo deseaban ser como Madame Parfait.
Un día la humanidad me descubrió. Era parte de una constelación formada por el polvo estelar que dejó Madame Parfait. Nadie nos había visto jamás (o simplemente no se habían detenido a observar) Me pusieron un nombre. & sí, no era el más bello o el más romántico, pero ya tenía un nombre.
Cuando estudiaban la constelación, descubrieron que nos movíamos a "velocidad de continente". No sé a qué se refiere dicha expresión, mas según lo que me explicó mi nuevo amigo Marte es algo muy lento. Ahora podía explicar por qué conocía a tantos planetas, grandes, gaseosos, rocosos, congelados... todos diferentes.
Un día a lo lejos, lo vi. Era un rayo de luz, tan fino... delgado... para algunos insignificante. Pero yo me sentía distinta cuando tenía ese rayo de luz. ¡Ah! Es uno de los días que recuerdo fueron diferentes a todos los demás que he vivido en el Cosmos. Mientras jugaba con el Abuelo Júpiter noté que tenía que irme, mis amigas & yo teníamos que seguir caminando, & recordaba de nuevo: "Tengo que estar más cerca del Sol".
Ahí fue cuando conocí a Marte, mi amigo rojo. Él jugaba en la liga de Rocaball Cósmica, un equipo de Rocaball que se reunía cada 100 años a jugar a la pelota con la Luna. Siempre el partido final o el clásico era entre la Liga de Rocaball Cósmica & el Club Geo de Rocaball. Casi siempre ganaba La Tierra. Ahí nos contó La Tierra que descubrieron mi constelación. Yo tenía un nombre sí, no era hermoso pero tampoco lo desprecio. Me contó la Tierra que fue un astrólogo alemán el que nos descubrió... pero como estaba ebrio, nos puso los nombres según nos encontró, a mí me llamó Mangelhaft. No se qué significa mi nombre, tampoco se que es un astrólogo, qué es estar ebrio o qué es un alemán, pero me gustó mi nombre & me lo quedé.
Pasaron los años & los partidos de Rocaball se quedaron atrás. Seguí caminando recordando la vieja promesa con la que nací: Tengo que estar más cerca del Sol. Ahí, conocí a Venus, era como una hermana mayor & me contó que le encantaba Marte, era su astro favorito & que algún día quería casarse con él. No sabía qué era el amor, pero cuando miraba al Sol, sentía que era algo más intenso que lo que sentía Venus por Marte, algo más profundo que las Galaxias o las Nebulosas... incluso más profundo que un Agujero Negro. Pero era mi secreto, porque pensarían que me chocó un meteorito si digo que: "Quiero estar más cerca del Sol."
Venus se enamoraba más & más de Marte, tan rojo él... tan venenosa ella. & pobre Mercurio, se moría de celos cuando Venus hablaba demasiado de Marte.
Así mientras caminé, sin notarlo, estaba cerca de Mercurio. El calor del sol era cada vez más fuerte & sabía que estaba cerca, cada vez más cerca del Sol... porque: "Quiero estar más cerca del Sol." Mercurio se desahogaba conmigo, contándome tanta cosa que sentía por Venus, hasta que se enamoró de Calisto. Me decía: "¡Ella sí que es una Luna!" Su corazón sanó & el calor de su corazón hizo mucho bien al frío que sentía Calisto. Ella había sido la escogida en medio de todas sus hermanas.
Seguía caminando como dice La Tierra: a paso de continente & me encontré en ese portal hermoso que se llama Solaria, la entrada a todos los astros para ver al Sol. Pero en la entrada, estaba Madame Parfait, nadie sabía que ella era la madre del Sol. Tan elegante & perfecta, con acompasado vaivén de tinta estelar escribía en hoja de asteroide los nombres de cada uno de los astros visitantes.
Caminamos todos enfilados hacia las puertas cuando mi emoción hacía que resplandeciera un poco, pues sólo era un polvillo & no una estrella. Todos mis amigos & amigas estaban como si nada, pero yo por fin estaba más cerca del Sol & no quería perderme ningún detalle. Al fin llegó mi turno.
-¿Cómo te llamas querida?- hablaba con toda ceremonia & etiqueta
- Para los humanos Mangelhaft. - dije con tanta felicidad.
-¡¿Cómo?!- Madame Parfait parecía indignada... no lo entendía.
-Mangelhaft Madame... Mangelhaft. -hice una pausa- ¿Está bien?
- No puedo creerlo, ¿Quién te nombró, un ebrio?- preguntó con mofa
-Pues según dice la Tierra, así es. - dije feliz, pensando que era una buena cosa.
-Qué razón eres pequeña, desubicada, corriente, loca, miedosa & ligeramente, por no decir otra cosa, estúpida. - No entendía el significado de esas palabras, pero a juzgar por su gesto, era algo malo.
- ¿Puedo pasar? - pregunté con la voz rota, como si millones de asteroides hubiesen chocado mi cuerpo.
-Claro... No porque seas así te lo impediré, pero no llegarás muy lejos... Mi hijo es muy brillante para tí.
-Está bien.-dije entrando.
-¡Siguiente s'il vous plaît! -dijo con seriedad Madame Parfait.
Entré andando con miedo, pero sabía que llegaría algún día a conocer al Sol. Conocí el lugar con ayuda de Unvollkommen, una amiga mía de la constelación. Ella era apática, seria & muy inteligente. Ella me llevó a ver las atracciones del lugar, comimos pie de estrella & bebimos café con néctar de cometa. Charlamos sobre Madame Parfait. No sabíamos que era la madre del Sol, pero sabíamos que era una Cometa tan intachable según contaba la historia que nos enseñaron en la escuela del Cinturón de Orión. La Osa Mayor cuenta que cuando la Osa Menor era apenas una estrellita, le dijo a ella cómo calmar el hipo de su bebé para que no perdiera a todas sus estrellas. Comentamos esas cosas hasta que terminamos de comer. Buscamos dónde quedarnos, cerca de los demás para no perdernos & de pronto la luz del Sol se apagó.
Era una emergencia, el Sol se había apagado & mis amigos comenzaban a sentir frío. El Sol estaba triste, llorando por alguna razón. Entre el caos & la confusión, todos decidieron huir a Andrómeda, la Galaxia vecina, tomaron viajes por Agujero Negro & otros se movían lentamente por toda la Galaxia de nuevo. Yo no. Mi Sol, aquel del que me enamoré estaba triste... Sin él todos estabamos perdidos, había frío & soledad en todo el lugar. A pesar del frío entré a su esfera. Ahí estaba Madame Parfait en silencio nada más, no advirtió mi entrada & con el Sol comencé a charlar.
Él contaba todo lo que le pasaba, incluso, lo que él soñaba. Yo le conté todo lo que había pasado para llegar hasta él. Él sonrió & su llama recobró, aquella llama tan hermosa que no quema, pero ilumina, da vida... te llena. Madame Parfait sonreía un poco más. & volvió a su lugar.
Pasó el tiempo & el Sol & yo, aprendíamos a comunicarnos más. La Tierra nos daba clases sobre los idiomas de la Tierra, porque nos dijo que Madame Parfait sabía más de 300 idiomas, terráqueos & espaciales como francés, alemán, italiano (esos eran terráqueos) & también los más complicados del espacio: nebulés, asteroidano & meteoritán. Entonces para que pudiera ser amiga del Sol debía conocer tanto como Madame Parfait. La Tierra, mi buena amiga, ella me dijo cómo hacer que eso sucediera en poco tiempo. Aprendí cuanto pude & por fin, el día se llegó, Madame Parfait me tenía que conocer.
Pasó el tiempo, nuestra amistad se consolidó, quizás fue poco tiempo, pero como dijo una vez mi amiga Venus: "El amor es algo espectacular, rompe cualquier barrera & el tiempo, es tan pequeño que el infinito es como nada..." Pero Madame Parfait contenta no estaba. Tenía en mente algo como la Luna mayor de Andrómeda, o La Luna de Plutón... Refinadas todas las satélites del universo, incluso Sirius B, el padre de una pequeña estrella, ya estaba dispuesto en darle la mano de su hija al Rey de los Astros.
Ella charló con el Sol. Con toda la política que había aprendido en sus múltiples viajes por la tierra era fácil pensar que no te estaba reprimiendo, que no te estaba rechazando, sólo te estaba "aconsejando". Dijo al Sol que podía hacer lo que quisiera con el ente con el que supiera que se casaría, que fuera un ente resistente, majestuoso, correcto. Yo estaba tras la puerta, escuchando detenidamente. Cada palabra era como un asteroide, & mi débil cuerpo no lo soportaba más. Así que preferí pensar que no había escuchado nada.
Un día, la mayoría de mis amigas de la constelación ya se habían ido cada una por su lado, sólo quedaba yo. Como me había enamorado del Sol no quería irme de ahí, porque él era estable, era quieto... No podía migrar a otro lugar. Él me invitó a pasar las vacaciones en una parte distinta de todo su castillo. Era un hermoso lugar. Pero sin querer cancelé la cuenta de hotel & renuncié a mi trabajo como recolectora de hielo en la Península Estelar & cuando regresamos, no tenía a donde regresar, no tenía un techo seguro, no tenía a dónde ir. Entonces el Sol brilló más & me llevó a su hogar, allí, el gran Cometa Hale-Bopp & Madame Parfait nos esperaban. Yo llegué primero, Monsieur Hale-Bopp me hablaba de cosas, preguntándome cosas, a modo de una plática circunstancial, pero ella Madame Parfait, siempre con su aire de perfección dejaba ir muchas frases, que eran como asteroides, me golpeaban incesantemente & yo sólo asentía & guardaba silencio...
Ella seguía haciendo gestos & muecas... Yo seguía intentando escapar con la imaginación a un lugar dónde ella no existiera para hacerme sentir así. No quería volver ahí nunca más. "Será la primera & la última..." pensé... & por fin lo dijo, preguntó si sabía qué significaba mi nombre... No sabía pues La Tierra me enseñó lo elemental... & ella en su infinito conocimiento dijo que significaba Imperfecto... Lo contrario de su nombre. "Quizás el Sol debería estar con la hija de Sirius B... o La Luna de Andrómeda." mis pensamientos me engañaban & me hacían sentir triste. Mas recordé que él decía que era a mí a quien quiería.
"Me rindo..." dijo mi interior. Llamé a Sol para decirle que quería irme, pero cuando recordé que debía ser fuerte por él, sólo le hablé. Yo sé que él sabía que me sentía extraña, triste... perdida. Llegó él me rescató... me hizo sentir como en casa, aún así, sabía que no era mi hogar.
Cuando fuimos a descansar, recordé a mi amiga Unvollkommen, a Marte, al Abuelo Júpiter, a La Tierra... a todos los que me ayudaron de una u otra forma en la vida... & aún así no me sentía en casa, aunque nunca me sentí así tan mal cuando estaba con ellos.
Un hogar... Eso era lo que encontraba con el Sol. Nadie me había hecho sentir de esa forma. & cuando llegó a visitarme para abrazarme, me sentí de nuevo en casa. Pero lo sabía, fuera de esa habitación, fuera de esos brazos, yo ya no era bienvenida. Entonces tomé mis cosas tan pronto pude & me disculpé con él. Lo amaba, lo amo... pero si me siento así, sólo me hace daño. Entonces decidí irme.
Volví a tener mi empleo en la Península Estelar, volví a mi cuartito de quinta en la Cascada Lunar & seguí con mi vida, pero entendí una sola cosa: "Quiero estar más cerca del Sol, pero no en ese lugar... Nunca más en ese lugar.".
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